
Tuttitutti, la última obra de Cartier Libre, rebosante de sorpresas y audacia. El espíritu de las creaciones cambia y sorprende con un simple giro. La belleza se contempla con ligereza y dando un paso al lado: aquí un anillo se enreda como el cabello, allí un reloj crea burbujas con el tiempo mientras una lluvia de cuentas de oro se extiende como una bonita risa.

Anillos adornados con cuentas de colores que brillan al menor gesto, creando un tintineo cristalino. Las hebras, adornadas con diamantes, ónix y crisoprasa, crean una armonía cromática muy querida en Cartier: el negro, el verde y el blanco están presentes en las creaciones de la Maison desde principios del siglo XX.

La talla melón, con sus surcos y su volumen grabado, es todo un motivo. Amplificado y generoso, hipnotiza la mirada en los anillos, la pulsera y el collar que adorna. La transparencia de la piedra central, amatista o crisoprasa, aporta sensualidad y color, y la orfebrería consagra lo precioso.

Siguiendo la inspiración del reloj Coussin, un anillo y una pulsera cuyo pavé palpita bajo los dedos. Estas dos piezas únicas presentan una selección de zafiros inusuales en un suave claroscuro de tonos pastel.

Joyas deslumbrantes, entre el orden y el desorden, en las que la regularidad de las construcciones geométricas se ve perturbada por una invasión orgánica de cuentas de oro.


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Con Tuttitutti la relojería late al ritmo de una energía sin precedentes: primero, con un reloj articulado cuya esfera emerge en una proliferación de burbujas; después, con una creación híbrida que, partiendo de la forma del cara a cara, alberga una minúscula esfera en uno de sus extremos.